La colusión de las farmacias: la punta del iceberg del mercado farmacéutico

La colusión de las farmacias: la punta del iceberg del mercado farmacéutico. 

Juan Gomez ValdebenitoPor Juan Gómez Valdebenito.

El reciente fallo absolutorio de los imputados por el caso de la colusión de las tres principales cadenas de farmacias del país, ha causado indignación en la opinión pública. Y claro, no es lo mismo una concertación de precios en un bien de consumo cualquiera, que en medicamentos destinados a satisfacer las necesidades de salud de la población. Pero como la legislación sobre la materia que data del gobierno de Ricardo Lagos no hace distinción entre fármacos y otros bienes de consumo y, además, como el dolo no estaba suficientemente acreditado, la judicatura resolvió absolver de los cargos a los ejecutivos de Ahumada, Cruz Verde y Salcobrand.

Sin embargo, la colusión de las cadenas farmacéuticas para subir los precios de más de 200 medicamentos de uso crónico, es sólo uno de los múltiples aspectos viciados del negocio de la venta de productos farmacéuticos en Chile.

Durante muchos años se estableció una feroz competencia entre Farmacias Ahumada, Cruz Verde y Salcobrand, copiándose los precios para homologarlos con la competencia de tal manera que las diferencias entre una y otra fue siempre mínima, y circunscrita a cierta categoría de productos de uso menos masivo. Los precios de los fármacos de uso crónico siempre se mantuvieron bastante parejos por no decir iguales, entre una cadena y otra. La competencia también se pudo observar en terreno disputándose férreamente los territorios sin ceder espacio a la competencia, por lo que ha sido habitual ver a las tres juntas en los sectores de mayor afluencia de público.

Esta competencia encarnizada llevó a que las cadenas mostraran resultados negativos en sus estados de resultados con pérdidas millonarias en los años previos a la colusión. Eran los tiempos de los días de grandes descuentos en que todos aprovechaban a comprar produciéndose una fuerte caída en las ventas el resto de la semana. La situación se hizo insostenible con esta guerra comercial, hasta que no quedó otra alternativa que negociar con la competencia un alza programada en los precios de los medicamentos de uso crónico de mayor demanda, de tal forma de generar contribución y aliviar así sus delicadas situaciones financieras.

En general los márgenes de comercialización en las cadenas de farmacias son bastante bajos, en particular precisamente los productos de uso crónico como anovulatorios, hipotensores, hipoglicemiantes, por lo que las farmacias ha debido buscar categorías de productos con mayor margen de comercialización que permitan promediar los productos que se trabajan casi a pérdida con productos que compensen estas estrecheces. Así nacen las canelas, productos de alta rentabilidad, por los cuales se pagan comisiones a los vendedores para que sustituyan los productos de baja rentabilidad.

 

Las comisiones por la venta de determinados productos no necesariamente privilegian a los productos más caros como comúnmente se cree, sino más bien a los que otorgan mayor contribución. En este sentido se planifican actividades con los laboratorios por determinadas categorías de productos que se negocian con buenos descuentos y que se ofrecen como concursos a los vendedores con premios por determinada cantidad de unidades de venta.

Los químicos-farmacéuticos de farmacia privada están dedicados a administrar el negocio y obtener su mayor rentabilidad, muy lejos de sus clientes, muy lejos de sus necesidades de salud. Son los vendedores auxiliares de farmacia los que están en contacto con las personas luchando por obtener las mejores comisiones por su trabajo, ya que éstas constituyen su verdadera remuneración.

Así se trabaja en las farmacias privadas, en particular en las cadenas farmacéuticas. Es parte del negocio de la salud que complementa al que por otra parte realizan otros prestadores de salud como las Isapres haciendo negocio con sus centros médicos y los laboratorios farmacéuticos haciendo lo propio con los profesionales de la salud facultados para prescribir medicamentos.

La dispensación de medicamentos en farmacias privadas constituye un negocio que no está pensado para satisfacer las necesidades de salud de la población sino para maximizar el lucro que de este negocio se obtiene. El lenguaje que se habla en estas empresas no tiene nada de sanitario sino que es casi exclusivamente comercial, considerando al medicamento un bien de consumo más, desnaturalizando así su sentido original de medicina destinada a aliviar o curar alguna enfermedad o sus síntomas.

Como humanistas pensamos que la salud debe estar dirigida a curar efectivamente a las personas de sus dolencias, y que esto se consigue considerando a los productos farmacéuticos como medicinas y que como tales deben tener un tratamiento totalmente distinto a los de un bien de consumo. Como tales deben dispensarse en establecimientos sanitarios con un profesional dedicado a la orientación del paciente en su terapia farmacológica y un seguimiento de su respuesta clínica.

Con esto se acabaría definitivamente con el negocio de los fármacos y la colusión de las cadenas de farmacias.

 

Juan Gómez Valdebenito
Químico Farmacéutico
Centro de Estudios Humanistas CEHUM-Alétheia

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